Despierta Entre Versos: Un Dormitorio Donde la Poesía Te Abraza
Flor Maurer
4 jun 2024
2 Min. de lectura
Abro los ojos al despertar. Una mañana muy fría de otoño aparece ante mi vista al mirar la ciudad por la ventana. Los párpados me pesan, aun así me levanto.
El aire helado se cuela por las rendijas, trayendo consigo un murmullo de la vida afuera. Me detengo un momento frente al cristal empañado y dejo que la ciudad, con sus contrastes, me hable.
Veo calles cubiertas de hojas caídas, cada una un susurro de historias olvidadas. Reflexiono sobre la bondad y la crueldad que existen en la gente por estos días. En cada rincón de la ciudad, las dualidades se despliegan: la mano que ayuda y la que golpea, la mirada cálida y la indiferente.
Un hombre mayor ayuda a cruzar la calle a un niño que no conoce. Un gesto pequeño, pero cargado de humanidad. A pocos metros, alguien pasa de largo junto a un mendigo, sin siquiera mirarlo, como si fuera invisible. La bondad y la crueldad se entrelazan en el paisaje urbano, formando un tejido complejo y a veces incomprensible.
El suelo está frío, lo siento en la planta de mis pies, un recordatorio de que el mundo sigue girando, de que la vida continúa con su mezcla de ternura y aspereza.
En la cocina, el café humea, un ritual cotidiano que me ancla. Mientras el aroma se extiende, pienso en cómo cada gesto cuenta. Una sonrisa puede calentar más que un abrigo en esta mañana helada, pero también, una palabra dura puede herir más que el viento cortante.
El espejo me devuelve una imagen pálida, un rostro que observa y siente. En mis ojos, la sombra de lo que he visto y de lo que soy cada vez que despierto.
El día avanza lento, como si también le pesaran los párpados. Las horas se deslizan, una tras otra, y en la repetición de los días, busco entender esta maraña de contradicciones. Quizás, en la calma de la rutina, en la belleza escondida de lo cotidiano, podamos hallar un respiro, un fragmento de bondad que nos reconcilie con el mundo.
En esta mañana cualquiera de otoño, abro los ojos y trato de ver más allá del frío, más allá de las sombras. Quizás, en cada despertar, podamos aprender a reconocer la bondad en medio de la crueldad, a encontrar la poesía en cada gesto pequeño. Mirando la ciudad por la ventana, entiendo que en cada hoja caída, en cada mirada cruzada, hay una historia esperando ser contada.
Comments